Recordatoria
MARIA GIACOMOTTI. Hija, amor! Otra vez este día de abril que hace sentir el dolor aún más fuerte y logra hundirme en la desesperación por no tenerte, el que me lleva a repasar segundo a segundo esa mañana que sólo te dejó un rayo de sol para luego truncar tus sueños para siempre. Meri, eres en mi vida el SER supremo, te beso al dormirme pidiéndote que nos cuides y, al despertar, recurro a vos con lágrimas porque sé que me darás fuerzas para transitar otro día. Te pido que protejas y guíes a tu hermana como lo hacías siempre, porque, amor, a pesar del tiempo seguís siendo su hermana mayor. Por miles de cosas más estás por encima de todo pero siempre dentro de mí, porque no hay en mi mente ni en mi corazón espacios sin vos hija. Te hablo tanto en mi silencio mientras traigo tu imagen con esa sonrisa y dulzura que llevaste siempre en tu rostro, honrando tu fortaleza con la mía, aprendiendo de todas las enseñanzas que nos dejaste y por sobretodo, llenándome del amor que nos diste y que nos funde hasta que al final de mi camino vuelva a abrazarte. Una cama que falta, tus cosas, la cuarta silla vacía es la imagen material que también duele y mucho, pero en todo momento y en todos los espacios estás con nosotros amor. Meri, sé que nos reencontraremos aunque sea un instante y que será eterno porque volveré a abrazarte, porque hablaremos de una vida nueva y nos llenaremos de todas la caricias y besos que esta no nos permitió darnos. No recuerdo tu cuerpo, no recuerdo tu voz porque todo lo tuyo está intacto en mí, no recurro a mi memoria solo a mi corazón. Meri! Allí... donde tu alma vuela, más allá del arco iris, eternamente, te amamos!.
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